miércoles, 12 de septiembre de 2007

Desde que no estás: update #1 a Mamí


Diez años después de tu muerte encuentro valor para escribirte… Desde que te fuiste Mamí, tantas cosas han pasado con tu G. ¿Creerás que así me dicen acá en México? G… como tú me decías. Recuerdo la última vez que escuché tu voz. Estaba vestida de novia y el capitán de meseros del Four Seasons me buscó para decirme que tenía una llamada de mi abuela desde Puerto Rico. Me llevó a la cocina en donde hay un teléfono y entre tomates y bollos de pan recibí tu llamada. Me dijiste que me querías y que lamentabas no poder acompañarme el día de mi boda. Ya estabas enferma de leucemia aunque no lo sabías. Quien hubiera dicho que esa sería la última vez… Pues Mamí, me convertí en una mujer, tuve un matrimonio de ensueño que, por razones que tu entenderás mejor que yo, terminó. Después de varios meses de lágrimas y de unas cuantas pastillas para dormir, para dolores imaginarios, para secar el llanto y para el miedo a la soledad, quedó superado. Hoy Jaime y yo somos muy felices cada quien por su lado continuamos siendo grandes amigos.

Yo sé que conoces a Matías, seguro lo escogiste tu misma en el cielo como escogías mis muñecas de Madame Alexander cuando era chiquita. No pudiste haber escogido mejor. Es la luz de mi vida, ¡Gracias Mamí! También es un alma vieja, como tú y como yo.

Soy una mujer parecida a ti… alegre, apasionada, dramática, desesperada y necia. Compradora compulsiva, buena anfitriona y generosa con mi tiempo y con mis cosas… a veces un poco chiflada y otras tantas melancólica. Tus pulseras de oro las llevo a menudo y el sonsonete que hacen me recuerda a ti, tanto que a veces creo que eres tú que vienes por el pasillo. Siempre te delataban las benditas pulseras ¿te acuerdas? Cuando hablaba por teléfono con Sonny, mi primer novio, tratabas de espiarme pero siempre te cachaba por el ruido de las pulseras! La verdad te pasabas de entrometida… sin necesidad pues todo te lo contaba. Te extraño tanto Mamí. Como me gustaría tenerte otra vez para contarte tantas pendejadas que me quitan el sueño y me inundan el alma…

domingo, 9 de septiembre de 2007

Como una polilla...


Obsesionada, ciega como una polilla ante una lámpara no voy a desistir, no lo acepto, no me voy a ir prematuramente… a destiempo. Me falta mucho por vivir, me queda mucho por hacer! Un niño que ver crecer, metas por cumplir, un hombre a quien amar, países por conocer, música que escuchar, padres a quien cuidar, hermano a quien acompañar, amigos para querer, emociones nuevas que vivir y emociones viejas a recordar… muchos anocheceres y amaneceres más. Este cuerpo diminuto tendrá que cooperar para que esta alma acabe lo que vino a hacer. Aunque en estos últimos días aquella que parecía una mariposa cada día parezca más una polilla...