sábado, 13 de septiembre de 2008

Beetlejuice, Beetlejuice, Beetlejuice...


On a night like tonight, a long weekend when I am home all alone watching “chick flicks”, overdosing on Diet Coke and moping, he interrupts his hot weekend date to call me to see how I am doing. He hates to see me cry and will always rush to my aid. He will drive me to the hospital when I get sick and although the site of blood makes him faint, he will never let go of my hand. He will let me cry all over his favorite sweater. He will listen patiently as I yap about my boyfriend, my job, my life… His eyes twinkle with pride and happiness when things are going my way. He reminds me, when I lose my way, that I am the most beautiful, smart and lovely woman he knows. He will gently tell me that life is not a fairytale and beg me to open my eyes whenever I lose my wits, which is pretty often. He shows me off to his friends and colleagues as if I was some sort of princess or movie star. He trusts me with his deepest fears and darkest secrets. He will hear me out when I break him to pieces when he behaves like an ass with a girl. He makes me laugh through tears. He rejoices when I am happy and his hearts breaks when mine does. He worries silently as he sees me make mistakes and stands by for when disaster strikes, always answering that teary phone call, never judging, always ready to listen without ever saying “I told you so”. He coaches me on “men handling” although I am an awful student. He tells me to steer clear from men like him. He has said one of the sweetest things anyone has ever said to me: “Lydia, lucky will be the man that wins your heart”… Anyway… on a night like tonight, I realized that I am not alone. I figured that there are karmic relationships that make this rite of passage called life bearable, compasses that God provides us with to find our way. When you are far away from home, away from your family, God sends you “stand ins”. Now, can men and women be friends? Yes, my best friend is a man… The kind of friend every girl should have and the kind of boyfriend every girl should avoid. Here is to you, my business partner, my confidant, my “stand in” brother, my true, true friend. Thank God for you.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Santo que no es visto, no es adorado...


“Santo que no es visto, no es adorado”… Hoy leí ese dicharacho, nunca lo había escuchado. Soy coleccionista de dicharachos y refranes, estoy convencida de que el sentido común de la gente, de las culturas, están más empapados de sabiduría que las letras y pensamientos de los filósofos más famosos.
Este nuevo ejemplar en mi colección me hizo pensar en su significado. A primera leída, es obvio que se refiere a un principio básico de la mercadotecnia: aquello que no se muestra, no se vende; aquello que no es conocido no es deseado.
A los mercadólogos nos enseñan que la escasez fomenta el deseo. Lo que no hay que perder de vista es lo siguiente… otro dicharacho de mi colección “Lo que te salva, te mata”. Ese principio de “escasez y deseo” tiene una caducidad temprana. Una vez sentido el deseo, y afianzada la intención de compra, se torna altamente frustrante la escasez, haciendo de este truco algo muy peligroso para el que ofrece, el que vende.
En un principio el comprador potencial se arma de paciencia y determinación, está convencido de su elección. Hace filas interminables, en algunas ocasiones está dispuesto a pagar depósitos importantes sin garantías de tiempo y forma para obtener lo que desea. En este punto está seguro de tener una necesidad que solo el objeto de su deseo puede cubrir.
¿Qué pasa cuando es tan escaso el bien, que su falta de disponibilidad causa rezagos económicos, inconformidades emocionales y pérdida de tiempo? Más temprano que tarde, el comprador toma uno de dos caminos: o se da cuenta de que puede vivir sin ese bien, pues estrictamente hablando, ya lo está haciendo; o decide cubrir su necesidad con otra alternativa que sea confiable. Un bien que goza de un inventario saludable, que mantiene su “price performance” un costo/beneficio sensato, que siempre cumple con su promesa de marca… Es ahí y solo ahí cuando la verdadera venta se realiza y se gana un cliente de por vida. Se gana un cliente leal, un cliente que no tiene interés en probar marcas nuevas. Un cliente que siempre estará interesado en el “up sell”, la adquisición del bien en sus nuevas versiones y evoluciones. El “attach rate” sube, el cliente estará abierto y seguro de invertir en accesorios y periféricos sin importar el costo. El “advocacy” es el ideal, el cliente defenderá a capa y espada cuando hay una falla o escándalo.

Todos tenemos un bien, servicio, producto y persona favorita. Para un comprador no hay nada más frustrante y decepcionante que ir regularmente a la tienda y encontrar el estante vacío. Para el bien, servicio, producto o persona favorita, no hay nada más peligroso. Moraleja: hay que dejar ver al santo para que puedan adorarlo!